El diario digital Confidencial realizó un reportaje «Mujeres al Frente»  donde  cinco mujeres (taxista, activista, feminista, empresaria y científica) cuentan cómo han roto estereotipos y obstáculos en una sociedad machista.

Una de esas mujeres es Mónica López Baltodano, Directora Ejecutiva de Fundación Popol Na. A continuación un fragemento del reportaje de Cinthia Membreño.

La joven activista que se opone al Canal

Desde la universidad, Mónica López Baltodano siempre estuvo interesada en combinar las Ciencias Jurídicas con temas ambientales. Pero en aquel tiempo, la Facultad de Derecho de la Universidad Centroamericana (UCA) no poseía un pensum especializado en estos tópicos. Fue por eso que después de terminar su licenciatura y cursar un máster en el Instituto Universitario “Ortega y Gasset” (España), decidió buscar una organización de referencia que le permitiera desarrollarse en este ámbito.

Durante cuatro años, el Centro Humboldt – un organismo no gubernamental que trabaja por la gestión ambiental de Nicaragua– la capacitó para convertirse en especialista en cambio climático. Además, le encargó representar al país en distintos procesos de negociación ante las Naciones Unidas. Fue un período de largas temporadas de autoestudio que sirvió de entrenamiento para el trabajo social que hace ahora, como directora ejecutiva de Fundación POPOLNA. Allí labora en programas enfocados en el fortalecimiento del poder local y la formación de la conciencia crítica nacional.

Pero su liderazgo en este tipo de organizaciones no fue exactamente lo que la catapultó a la palestra pública. Su activismo político, enfocado en sacar a la luz las verdades sobre la concesión del Gran Canal Interoceánico, han generado admiración entre los miembros de la sociedad civil. Algunos la llamaron “heroína” cuando le entregó personalmente una carta a Laureano Ortega, promotor de inversiones del Ejecutivo, en la que ocho organizaciones ambientalistas demandaron al Gobierno información científica sobre el megaproyecto. En un país donde la libertad de expresión es amenazada por el poder, su gesto fue calificado como valiente. En su lugar, ella prefiere verlo con sencillez.

“Algunas cosas de liderazgo juvenil que yo hago generan simpatía en algunos sectores. Lamentablemente en mi generación veo un gran hueco en la producción de conocimiento, no sólo en lo que tiene que ver con el ámbito público, sino en general. La gente no se anima a decir lo que piensa. Lo comparte (en privado), pero no lo hacen públicamente”, lamenta  esta joven de 31 años, quien estudió becada en Europa y luego tomó cursos de Economía y Teoría Política en Argentina y Brasil.

Mónica también se encargó de analizar minuciosamente los instrumentos jurídicos relacionados a la concesión canalera. Al terminar sus pesquisas sobre el caso, interpuso un recurso por inconstitucionalidad en contra de la Asamblea Nacional y de Daniel Ortega, por aprobar una ley que viola más de 40 artículos de la Constitución de la República. “Estos dos años han sido bastante duros porque me propuse hablar (en público) con conocimiento de causa. He tenido que estar en un proceso de estudio permanente y ahorita estoy  terminando un estudio sobre las implicaciones de la concesión, pero vistas desde el Derecho Ambiental nacional, centroamericano e internacional”, revela.

Además de su trabajo académico, esta activista ha peregrinado por las comunidades afectadas por el Gran Canal. Al compartir sus hallazgos en materia de Derecho, pretende lograr que la ciudadanía tome conciencia de la gravedad que implica la concesión de Ortega-Wang. Con sus largas jornadas de trabajo por el territorio nacional, trata de apoyar a los campesinos que están defendiendo sus tierras. Para ella, el liderazgo comunitario de la zona, que ha permitido organizar 34 marchas en cinco meses, es admirable. “Le zumba la matraca hacerlo”, asegura emocionada.

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